ENCARNA LEÓN (Granada, 1944). Dedicada a la Literatura desde 1980, reside entre Granada, Málaga y Melilla. Colabora en revistas literarias, prensa y radio.
Tiene editadas 13 obras de poesía, una colección (10 títulos) de poesía infantil, y trabajos en prosa (relato corto, cuento y una colección infantil de 5 títulos). Ha sido premiada en varias ocasiones y da nombre al Certamen Internacional de Relato Corto, creado por la Consejería de Educación - Viceconsejería de la Mujer de Melilla. Es miembro de la Asociación Colegial de Escritores de España y de la Andaluza de Críticos Literarios.
MODAS (Poética)
Yo no puedo escribir:
que el chico del tercero se está pinchando ahora, que la calle está sucia porque está la movida, que las plazas se infectan de ligues y litronas, que estoy hasta los mismos de la estridente música que sale de aquel coche...
No, yo no puedo decir, si escribo un poema, estas cosas tan simples, como las ve la gente que pasa por la acera. Palabras sin su ritmo con su crudeza puesta.
Si escribo un poema, elijo la palabra, la cuido con esmero, la visto de limpieza y le pongo ropajes de delicadas musas. Entonces ellas dirán de azules que se arroban con el vuelo del ave, de senderos con vida que se orillan de luz, de vértigos con trinos, de golondrinas tenues. De niños que se alzan con sus manos de lluvia y cantan las mañanas.
El porro no es lo mío, la palabra soez me es ajena siempre, ni tampoco es mi flaco hablar sobre las putas.
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I
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Alguien ha preguntado por tu rostro
cuando ocurría el rapto frágil del beso de la noche
y el misterio de tenerte,
recostaba su voz entre los álamos.
Alguien quiso saber de tus espacios cálidos
cuando apenas eras flor arrebatada de infancia
y aún llevabas prendido el polvo del camino.
Alguien quería curar sus dudas en nosotras
cuando bordada era tu imagen en la arena
y no se había pergeñado exacta tu existencia.
No supe responder entonces, mis indecisas manos
rozaban la tiniebla en busca de tu forma.
No sabía si hacerte fuerte y soñadora
con sobresaltos de lluvia a cada paso,
si hacerte de brisa encallada en mi costumbre
de silenciar poco a poco tantas cosas.
Si hacerte de mar con alma de sirena nocturna,
si brotarte del corazón ardido de mi fuente.

Si en ese pájaro gris que alzaba el vuelo yo vivía,
tendrías que nacer inesperadamente cierta,
y fue tu nombre, Helena, todo un resurgimiento
de luz, deseos, arrebatos azabaches y púrpuras.
Con mis manos desnudas te reclamo siempre,
mientras cálida cercanía sujeta nuestros nombres
y los vuelca al nuevo paisaje de la vida.
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I I
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Te he llevado conmigo tantas horas prendida
mientras tú callabas solitaria en mi talle,
querías escudarte de los mil aguaceros
que mis manos bordaban al filo de la noche,
de aquel helado viento que azotaba intranquilo.
Seguías ahí, oculta y solitaria entre mis pliegues,
no percibía entonces tu presencia invisible,
pero tú me guardabas una estancia de calma
bañada con brebajes de lunas encendidas
allí, en los adentros de mi oquedad primera
guarecida del tiempo, del mar y vendavales.
Y seguiste creciendo al compás de mis años,
aprendías la vida con su sol transparente
y la luz te mostraba la infinita hermosura
del jardín donde canta renacida ilusión.
Tantas veces llamaste a mi pecho de sal
para abrirte en caminos donde yo te bebiera
y nunca quise oírte,
me parecías difusa, indolente o dormida.
Hoy, he comulgado tu sosegada frente
y comencé a llamarte Helena, firmemente.
Con ardiente caricia mi voz te recibía
y así estás conmigo de pie ante el camino.
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I I I
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Amanezco reflexiva, enigmática e inquieta,
juego a entretenerme con mis gestos de siempre
doloridos, dulzones, indiferentes, serios.
He mirado hacia adentro y me pierdo en la hondura
deshabitada y lóbrega que en mi cuerpo se alberga
y no me reconozco en esa frialdad de soles macilentos,
ni en la lúgubre estancia vacía de jazmines,
ni en los jirones de dicha arrinconados.
Retrocedo, nuevamente me asomo a esta oquedad tan mía,
dormitando estaré en un lugar perdido.
He vuelto a la búsqueda
ahora que el frío no llaga mis manos,
ni los azules guijarros de nieve me golpean.
Distingo claridades de lluvia
y un amanecer de palmeras abanica mi aliento.
Aún sigo pensante, pero en otra galaxia
disfrazada de vida y entusiasmo.
Me siento más real.
Me encuentro dispersa y repartida
por todos los rincones,
como un gran arcoiris de músicas doradas.
Me veo transfigurada en todo cuanto quiero:
de voz estrenada en contornos de agua,
de sombras de mariposas blancas,
de flor que baila al viento,
de paloma que riega los senderos,
de piel de fina niebla,
de mano-dintel de mis descuidos-
de sol deteniendo la tristeza,
de noche con espejos de niña,
de gesto que viene de viaje,
de aljibe enamorada,
de magia y de silencio,
de ti y de mí
y es ahora,
cuando me hago de miel para tu cuenco.
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I V
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Porque sé que tú existes
la vida me sonríe,
y dejo el cauce lleno
hasta los bordes mismos
y presencio después
el vaciado final
de mi propia existencia.

Porque sé que me piensas
en cálidos momentos,
albergo la esperanza
de sentir tras de mí
el ritmo de tus pasos
y dejo el llanto amargo
mecerse entre mis venas.

Porque sé que soy otra
en esencia certera,
hoy dejo resbalar
esta lluvia en el viento.
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(de Helena. Colección Torremozas. ED. Torremozas. Madrid, 1990)

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